Walkscapes


En su libro Walkscapes, el andar como práctica estética, Francesco Carieri nos guía por diferentes episodios históricos tomando como eje el tema del andar como acto capaz de transformar el espacio.

El acto primigenio del hombre para Carieri es el andar. Desde sus comienzos el hombre ha recorrido la tierra. Primero de una manera nómada y después para cruzar las ciudades  que va formando a su paso.

Con el transcurso del tiempo el andar genera caminos que unen diferentes lugares y se vuelve una forma de arte autónomo, un acto simbólico de transformar el entorno y volverlo habitable. La mirada de aquél que anda condiciona la manera de experimentar el mundo y percibirlo, guía al hombre para recorrer una parte oculta o incosciente de la ciudad que habita.

En el land walk el andar supone una forma de intervención artística en la naturaleza, parte de un articulo publicado por Tony Smith en 1966 en la revista Artforum, sobre el relato de su viaje por una autopista en construcción, que origina toda la polémica entre críticos de arte y minimalistas. Dice Carieri “el land art revisita a través del andar los orígenes arcaicos del paisajismo y de las relaciones entre arte y arquitectura, haciendo que la escultura se reapropie de los espacios y los medios de la arquitectura”. Otro momento importante es en 1967 cuando Richard Long realiza A line made by walking y Robert Smithson termina A tour of the monuments of passic, el primer viaje a través de los espacios vacios de la periferia contenporánea. 

En vez de ser un medio para llegar de un lugar a otro, estos artistas proponen que el recorrido sea el lugar en sí mismo. Es el espacio de la transformación ya no de los espacios sino del modo en que los miramos. Es el cuerpo puesto en movimiento para transformar el espíritu.

Son las huellas del caminar una escultura efímera.

El andar permite identificar lugares vacíos marcados por la marginalidad, que generalmente pasan desapercibidos. Se convierte en un instrumento capaz de modificar los espacios de las ciudades.

Carieri sostiene que el hecho de  andar se convirtió en una acción simbólica que permitió que el hombre habitara el mundo y defiende que caminar puede ser una forma de arte autónoma.

Además de ser una acción, el andar es también un signo, una forma que puede superponerse simultáneamente a las demás formas preexistentes en la realidad y en el plano.

La certeza de que la mirada condiciona el andar igual que el andar condiciona el modo de percibir y experimentar el mundo. Walkscapes, el andar como práctica estética, resulta un sugerente recorrido desde fenómenos primitivos como el walkabout aborigen a los paseos nocturnos por las catacumbas parisinas en los años 60. Un mapa trazado desde los menhires como primer acto simbólico de dejar huella en el paisaje , de modificar un ámbito y así, de algún modo hacerlo habitable ; hasta el land art, una suerte de escultura terrestre, realizada para ser recorrida a pie o con una nueva mirada.Este escrito invita a la práctica de nuevos caminos diferentes a los preestablecidos, mirando con la curiosidad del turista.

Sugiere recorrer la parte de la ciudad inconsciente u oculta, como quien genera una narración y experimenta lo que en un mismo instante escriben y leen los mismos pasos que da cada uno.